“La vida tiene que ser divertida sino se reduciría todo a un puñado de lunes”
Es una frase de alguna de las películas que vi en estos días atrás. Muy significativa, ilustrativa y con alto grado de reflexión. Ella trae el primer día de la semana como la terapia inaudita que el cuerpo incita a preparar toda una jornada, con una gracia endiablada, los días de propósito, los trabajos con esbozos, dibujando cada segundo, lo que haces en la vida cada uno de los minutos. Quizás todos esos lunes sean sueños de próximas primaveras, quizás se disuelvan en un clásico zumo de pera, quizás sea un primer Martini de siete, que meterías en la mente y adornado con roja cereza, formaría un todo en la cabeza, de posibles especulaciones, trabajos sin razones y tiempo para buscar tropezones. Los comienzos de los tiempos, en calendarios modernos, hacen que esos primeros Lunes, idioticen al más pintado, como jefes y pringaos, como listos y atontaos, como arrancan los caballos con cajones azulados, adelante y trotando, a son de los preciados saldos, de una vida entre semana, que lloviendo o no haga agua, los días sean más divertidos, alegres, sinceros y de amistades lleno. Por un puñado de lunes, algunos se venden, se realizan y siguen con esa vida, que de barata hay la tira, pero conscientes de estar donde estamos y saber que somos, lo entendemos.
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