viernes, agosto 13, 2010

LA MENTE NUESTRA MEJOR AMIGA



Aunque algunos en escritos variados, en cientos de palabras llevadas a la práctica, variadas experiencias y la propia vida escasa, denomine a los pensamientos “EL ALIMENTO DE LOS DIOSES”. La versatilidad de nuestro saber pensar, del pensamiento positivo, de enfocar los actos y hechos como lo mejor del objetivo, que al traducir el alimento y poner todo el talento con esfuerzo, a veces con sofisticados medios y otras veces con los naturales que nuestros anales y genéticas nos han regalado y tan buenamente sobre llevamos. El conocimiento que sale de la mente desconocida, del funcionamiento y sus cosillas, de lo que pensamos de nosotros y reflejamos en nuestro cuerpo, de las reacciones impredecibles y ser libres para estar tristes, felices o con pequeños matices. Lo visible determina la calidad del pensamiento invisible, que no se toca, no se mide y tan solo se intuye, tratamos de que tampoco se diluya, se confunda o que las palabras no caigan en el abismo del olvido, donde la mente con atino siente el destino del pensamiento positivo como ese objetivo que marcamos, por clásico, lógico y cómodo, acentuado por lo humano más allegado, por la sensible estirpe de una biología simple conformada por una mente espiritual o material, abierta o perpleja, llena de incesante delirio o equilabrada hasta el mismo astio.
Cualquier patrón del pensamiento se convierte en hábito o rasgo de la personalidad, que la enriquece con impresiones reiteradas, alimentando nuestro intelecto, permisivo, positivo y esperando algún siglo, el dilema del equilibrio, la evolución o quien sabe que impresión nuestra mente recibirá, de lo externo de nuestro cuerpo, de las distancias hasta la luna o del sol que tanto clamor causa por su fuerza, su calida caricia o la destrucción masiva que en nuestro pensamiento se almacena o archiva.
Colaborando con la mente, conocemos gente, somos obedientes, tenemos un mínimo de indigentes y realizamos todas las proezas que la verdad, la felicidad, la paz y el silencio nos regala de nuevo, en minutos y segundos de vital pensamiento.