Apareció por casualidad, entre el gris de las plumas grises y la humedad de la manguera funcionarial, con gran esplendor, sin alterar su porte, su estampa majestuosa y de animal con piel de joya, el tiempo la hace solitaria y pernoctaria, las mañanas frias la hacen ser más que un enigma, a mis ojos, el animal entre los enojos, los hambrientos y los que pasaran este invierno, con las plumas bajo sus hombros, las bellotas en montones por arte del clásico senófogo, entre basuras y restos, de los arboles que le sirven de refugio, sufterfugio y alimento primero. A mis pasos dormidos, de mañanas limpias y frescas, a la mirada temprana en busca de su figura, se expone ella, entre la plaza y las callejuelas, mirando al horizonte, de reojo a tu uniforme, de sonrisas dificiles por su pico y su condición irracional, de figura espolvoreada de blanco y sin sombras que le reprochen nada, espolvoreada de espiritu de ser que es ùnico entre lo material y lo animal, entre lo que parece animado y parece monumentado alado. Con su repicar, hace hablar a su alma ausente, diciendole a esa cantidad de gente, que ella representa, la solitaria brega, la verdad más ciega, el cariño que no llega y el amor solitario, que la pareja de blanco, no aparece en jardin alguno, no florece en plumaje turbio y no vuela cuando ella lleva, su canto, sus movimientos de manto y sus mirada que preguntandose nada, hace temblar las estatuas, los marmoles más puros y con mucho disimulo, crear la verdad y la hermandad, en esta plaza donde todas las mañanas, intuyo un espiritu y su filosofia particular. Intuyo ese ser esplendido que con sus plumas blancas hace pensar hasta el más canalla, de no emplear, lo soez, la violencia y llevar siempre encima ese total saco de paciencia.
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