martes, octubre 28, 2008

EL PENSAMIENTO DE TANNHAUSER

Amaba la vida más de lo que la había amado nunca, en imágenes no caducas y edades sin disputas y en razones, corazones, temores y condiciones, humanas y tempranas, de bellezas naturales, como los valles , los montes y las ondulantes serpientes, como los cuerpos pendientes, de un movimiento eterno, en el abismo del aquel infierno, de oscuridad penetrable, de ansiedad recuperable, de luces artificiales en los que cuerpos de valor asequible, hacen del sentimiento, algo predecible, que en valores y a montones, llenan el futuro de pena, de dura condena y de vagar y deambular por el submundo, un tecnicismo agudo, concienzudo y palurdo. En las puertas de tannhauser donde aquellos aspirantes y más tarde replicantes, reflexionan sobre lo que hacen, sueñan con batallas y su futuro rehacen. Aquellas pesadas y mal guiadas puertas que para el humano son tomadas para el condenado mal llamadas y para el consagrado, entrada por la gran manzana, donde ese jardín que condenado al fin, estéril y muy débil, contiene todos los secretos que realzan su hermoso parapeto, su sonoro intimo beso y todos los pensamientos que instituciones razonables, pensadores inimitables y verdaderos artistas, de la arista y la muralla muy bien preparada. Los pensamientos de ocio, sólidos y codiciosos, son obra del arte de la mente, con brillos o simplemente con simples códigos de comportamientos, razonamientos y visión del futuro incierto, que en la cómoda estancia, de la tolerancia, la infancia y la sosegada lactancia, toma la vía más solidaria, humana y sin pensar rescatada.

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