En un tiempo de tiempos conexos, donde es fundamental ver tus ojos inmensos, tus labios llenos de besos, ese instante de ritmos emocionantes, de miradas entrecruzadas y atrayentes deseos. En ese instante de mirarte, entre abro mis labios, suspirando y anhelando, siempre encontrando tu mirada entrelazada, con el tiempo que te miro, con la pausa que hacemos, al hablarnos, imaginar besándonos y deseando. En ese reloj que nunca para, para encontrar nuestras caras, tan lejos que nos salva, de morder tu cuello, que me acaricies el pelo, besar tu carita y con suavidad sentir como mi corazón palpita.
Me miras, mis gestos suavizas, haces de mi ese poeta que tu palabras adora, que en el tiempo de hablarnos y a la vez mirarnos, quedan eternos para desearlos completos, inacabables y sinceros, con esa razón de amor que en tu profunda mirada me hace llegar a esas madrugadas, sonriendo por dentro, con la felicidad puesta en tus ojos, con el sublime encanto de estar por dentro, disfrutando de tu cuerpo, de deseo intenso, de sexo amando, de eternizar tu imagen para así llevarme, tu realidad del momento, tu recuerdo para luego, tu persona y tus miradas que en todos los sentidos, me hace perder el sonido, de las profundas voces que en lugar “prohibido” dicen y persisten, en mirar lo que nunca verán. Miradas de deseo, de besar y de decir, lo que tu piensas en ese momento, lo que yo pienso, y te escribo más tarde. Mirar para besar, profundo, suave y eternizable.
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