domingo, diciembre 26, 2010

UN SWING PARA RECORDAR



Verdaderamente hacía un aire fresquito, los movimientos con mucho cuidado y con los brazos y manos calentitos, miraba de hacer mi swing 40 de un día más de mi entreno, en fiestas y en invierno, el juego se hace tiempo de querer realizar los mejores golpes, con suavidad, paternidad hacia la bola y cuidando los movimientos como si de una seda roja se tratara. De izquierda a derecha había dado la clásica ojeada, poca gente algunos conocidos pero entre ellos una figura me detiene mi premura al golpear la bola, al realizar el movimiento que llevo dentro y quiero trasmitir esa especie de proyectil redondo, a quién siempre espera el hoyo, con acierto o un fallo gordo. En dos momentos y dos golpes certeros, aquella figura detrás de mi me sorprendía, con mirada curiosa, sonriente y pendiente, de mis palos, mis movimientos y el horizonte, me dijo en palabras breves, “si podía practicar ese golpe”
Reconociendo su voz y llegado ese momento, le deje hacer por curiosidad y ver que sabía de aquello, la posición tomaba, sus manos aferraban el palo y su cuerpo iniciaba el movimiento, en armonía, belleza y todas las cosas imperfectas, se transformaban en pura magia y el swing que realizó, era propio de un ángel que lo llevó hasta su enclave, con bandera al viento, verde el suelo y escasos cms, rozando sus manos le perfilo en el asiento, le dibujo el movimiento y le repito a sus oídos, mejor con los dedos finos que en claro desatino. Reconozco que me apasiona el golf, pero hay experiencias en la vida que en el placer de repetirlas está en si la esencia de un momento sublime, la clarividencia de un segundo en que la mente es refugio de su imagen, de su cuerpo y del swing tan perfecto, como ese coloso en movimiento, llamado sol, cielo y planetas enteros. Movimiento sublime, de una mente impredecible, a los hechos y su bello cuerpo. JJ

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