sábado, noviembre 20, 2010

CONTEMPLARNOS




En determinada distancia, la contemplación es una vida, observando, sonriendo o quizás te de la risa, pero es ese mismo momento donde las distancias de las caras están sin ser desviadas, a la altura de la misma figura que avala la amistad, segura, la atracción amable, la timidez palpable entre dos, que en posibles abrazos enteros o a pedazos, en medio de aquel retrato, donde las miradas sin importancia, creen en la simple concordancia de una circunstancia, ajena, intuida, deseada, para apagar el frió de la mañana, para sentir el calor de regalarnos, una reafirmación a nuestro lado, un es posible hacer lo que queramos, es posible contemplarnos, sin rozarnos, acariciarnos o besarnos. Contemplar la belleza, el simple movimiento de nuestros labios cuando algún sonido soltamos, cuando el principio de la sonrisa aflora en felicidad divertida, en esa especie de rareza que es emocionar al corazón y al otro yo. Contemplarnos eternamente, con dos dedos de frente, improvisando en lo concurrente, es la fuente del deseo, en el cariño sin apego, en la calidez de nuestros cuentos, palabras, pensamientos y convencimientos. Contemplarnos para conocernos cm a cm, minuto a minuto de un largo tiempo al más corto de los segundos.

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