lunes, noviembre 03, 2008

REPRESENTANDO EL TEATRO

Del dicho al hecho, hay siempre ese trecho, que delicadamente traspasamos y nos realizamos como personas, no importa el tiempo pasado, no importa lo imposible de un futuro que viene largo, si no los hechos que sin remedio tenemos que realizar por ser muy personal, inmediato y necesario. Me refiero a representar a parte de este mundo, los que verdaderamente revindican un sitio en el trabajo, digno y reservado, discreto y precario, pero con la dignidad de una vida a alcanzar, retomar y realizar, representar a los currantes, representar a los grupos menores y pateados con honores, representar a todo el que se deja llamar y con ello hablar de un sistema que pieza a pieza tiende a la leva, a cortar cabezas y no decir por donde empieza, la normal siembra de los derechos que por los propios, se hacen inhóspitos, inalcanzables al fin e inexpugnables en su fin, con objetivos ya marcados por los años de cabizbajos, de tragando y que nos van dando, por los años regalados por mal pagados, por ser el circulo viciado de la vida, que necesita, gastos, citas y guiíta, un poco más de guiíta, pero para ello estamos para representar las masas al final, los grupos y grupúsculos en total que sin mover el dedo, ni pegar el sello, de la ayuda en ese intento, de reclamar los caminos como mejor establecidos, de restaurar los estatutos con reglas de lo absurdo, impoluto y salvando los compañeros que lucharon en el agujero, con las reglas pasadas por una nueva ornada, de decadencia patriarca, de personajes con cara muy de rata(conejo) que hacen de un libro viejo, un simple fleco, de palabras trituradas por máquinas inanimadas, por intereses con creces y premios de años indirectos, donde golpeando con el dedo, se han hecho hueco, en el portal de ese Belén particular, donde existe la vaca, el burro, la virgen, san José y ese niño que nació en otro siglo y siempre se llamará peligro. Me olvidaba del ángel anunciador, que aparte es el posible artífice, del lío, del pesebre andante y de que los pastores, sin saber como están, quietos, alucinados y sin remedio, mirando al cielo, a ver si les cae, la lluvia limpiadora, para llenarles la cantimplora, por si el verano apronta, lo que ya no queda, lo que ya no mengua y lo que ya en forma de panal, se hacen las abejas, miel de la buena, sin adulterar apenas y con cierto color a dulce mal y quitapenas de cañaveral.

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