martes, noviembre 11, 2008

RECONOCERNOS AL CONOCIMIENTO

Conocernos y mirarnos, por la calle, en los transportes, en las interinables colas de los mercados, taquillas y para comprar una sombrilla, nos conocemos poco aunque nos veamos mucho, aunque estemos con la visión en conecto, aunque el conocimiento y los conocedores no nos faciliten los primeros quites, los escondites de las tímidas impresiones, lo que facilite las últimas sensaciones, lo que lleve en una idea breve a saber de ustedes, vosotros y tu mismo, donde las personalides se reparten por canalidades, tonalidades y asuntos personales, donde el reconocimiento del propio movimiento, está en enfriamiento, por la educación adquirida, la batalla de la vida y las imagenes fingidas, las imaginativas de tu propia recogida, en las interpretaciones, en las miseras condiciones, en las absurdas emociones que no contienen aliciente, que poseen la insolidez, inconsistencia y no clarividencia, de saber que es quien, conocer al vecino de costado, al particular ruidoso remilgado, al timido con cara de niñi y a todas las cantoras de los gritos pelados, por tantos pasos, espaldarazos y camuflajes contados. Que desconocimiento del conocimiento para rehacer los atrevimientos, las personalidades a cientos y los comportamientos, que aunque un tanto esquizofrenicos, son muy sinceros, por no saber que es primero, el egoismo puñetero, la solitaria pasionaria o el que vuela entre las ramas, dando sensación de reconocimiento, de parar los acontecimientos y llegar al mundo mediante discurso profundo, sin conocernos, sis resolvernos y dejando sueltos los cabos no atados, por el desenganyo, el descontento y los tremendos acontecimientos.

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