viernes, agosto 22, 2008

UNA CUCARACHA EN EL ARMARIO

Unas ciertas manchas deambulavan por toda la franja de un armario expedientado, por ser alto, cargado y de propiedad en mano, colores que cambian, las patas se levantan y las cagadas de una simple cucaracha hacen camino hasta el siguiente escrito que en distancia prodigiosa, va poco poco haciendo su bolsa, de huevitos, cucarachitas y caras raritas. Lo que yo digo, desconocimiento del medio, de la especie o simplemente, el medio a los mordientes, joven en la vida, creandose unas cuantas fatigas, esperaba la cucaracha con su cabecita de color garnacha, antenta a los ruidos, los suspiros y los gritos, la administración le estaba dando cobijo, papel para sus nuevos hijos y un futuro entre desperdicios, de primera cantidad, de sanciones que no se saben donde van y de números, cientos de números que en el submundo del insecto son puro aparento que estoy contento, sin viento y con talento. Acompañando a la pobrecita a una mejor vida, eso dicen, se arma una remolina, de miedos varios, corrimientos centenarios y espectación en el trabajo, que ante el no hacer, el no se que hago y todos los vagos, se mezclan los insectos, los expedientos y los números raros que de antemano era preventivo, subversivo y con mucho tino, de que en el futuro no existan cucarachas, cantatas y sofisticadas ratas, que una vez cagadas, contagiadas y mal humoradas, se vuelven, planas, de cerebro, chafadas por el muermo y perdidas por el desconocimiento. Simples cucarachas con un mundo sofisticado, controlado y mal pagado, con un simple golpe, te mandan fuera del buen estado.

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