miércoles, julio 16, 2008

LA VIDA COMO UNA CANCIÓN

De melodías imperecederas que te entran por las venas en un solo sonido que contigo, extraña musa llegan una o varias difusas, con bordones, sosotes y unos cuantos cantones. Es verdad que existen ellas en forma de caretas, del diablo, del repaso y lo más barato, el canto de una voz de trapo, el mando de una luz de plano, el chip teatrero de un cerebro con tendencias a dicharachero, algunos domingueros y otros bastante pasteleros. Hay notas dadas en cantares de hadas, en muchas lecciones y miles de jornadas, en diarias pantallas de gargantas rotas con lágrimas en la carota, dulces y saladas, unas más y otras menos apropiadas pero todas en vía amortizadas de dolor, calor y cantor. En cantares de muebles estelares, en cuevas espectaculares, en rebozadas paredes y canciones breves, la ideal familia de educación sublime, de represión posible y realidades aburridas y canturreadillas, las escondidas y las desconocidas, las siempre falsas sonrisas y el asco de una chica maravilla, la que quiere cantar y nada canta, nada ama y tranquilamente entra en la batalla, de un trabajo temprano, al servicio del ciudadano y con jefes petardos. Rumbo a lo desconocido, la canción es un inicio, a diferentes recorridos y posibles mentes de pensamientos entumecidos, de brega fácil por el dolor ágil, por la estrella que bajo su pereza no llega, a brillar en el país de nunca jamás, en su ciudad y en toda la escasa tierra que nunca cantará. La vida cantando va dando golpes de tambor, golpes de calor y golpes de amor, los que menos son abuelos y los que más nunca llegarán, a sonar el verdadero son, de machito, company o la niña azul, sed cantores de la vida, esto no se prodiga, sin lógica y sin barriga, con tendencias a la eutanasia de una mente antigua y con redundancia, escasamente con democracia y sin entender la clara intolerancia.

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