lunes, septiembre 27, 2010

LA TRISTEZA OTRA FORMA DE VIDA




De los cientos de parámetros con el que medimos nuestra vida, la tristeza es una de ellas aunque sea una diva, tiene su encanto, su belleza, su profundidad y su flaqueza. Al profundizar en ella, viajas en el tiempo, rechazas el destiempo, te ayudas en lo inquieto y realizas los más profundos pensamientos. Hay quien dice que la felicidad es superficial, que apenas se nota, que en la tristeza hay más notas de músicas y de gentes, de palabras incoherentes. A lo que caminas un tiempo triste, se revela la verdad de un cierto temor, de un pesimismo feroz, de una mirada perdida en el rellano de tu escasa vida, en esa fuente de agua limpia o en la gente que como masa ingente, pasan a lo largo de tus ojos, con miradas sonrientes, sencillamente inocentes y momentáneamente inconscientes. Que valor tiene la tristeza en una sonrisa traviesa, en la compañía que con tibieza hace de ese instante, el calor colindante de un abrazo sincero, el tesoro más preciado, el valor más deseado y el amor acompañado de un momento sublime, el cual traspasa fronteras, las de tu mente increíble y la de tus deseos apetecibles y las de hacer lo que tu persona pide, en cada instante o momento, eso sublime ¡ Extendernos hacía la tristeza es creíble, apartarnos de la felicidad es imposible, ambas cohabitan, se excitan, practican y nos capacitan, para vivir sonriendo, saborear todos los momentos y ser sinceros siempre con nuestros adentros.

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