miércoles, febrero 03, 2010

MELI


Imaginar lo que se puede conseguir cuando uno no espera el reconocimiento de nadie, incluido todos los derechos a conseguir por hechos que haz de sufrir, reír y ser feliz por el mero hecho de la natural generosidad, la estimable bondad y la humana calidad, de ser persona, estar en la cosota y regalar palabras a quien lo necesite, se aplique y sea necesitado de un poco de palique. Dar ánimos, elogiar al contrario y servir meritos a los verdaderos cuentos, a los que con desprecio llamamos paletos y a los filósofos de cientos y cientos que en la vida pasan, entre caminos se enlazan y no coinciden en bondad, salvedad y traza. Pero tantos que son, y a veces no se distinguen más de dos, por su sonrisa, generosa, bellísima y suave, sin prisa, por la pausa de sus pensamientos que los trae el viento, de ciudades con calor, frió y algunas un ligero nublar, por las personas que la conocen, la gracia de sus respondes y la valentía, de ser madre, tía y abuela, con lo que eso conlleva, lo lleva y siente en sus telas. Se habla del arte de la bondad, por expertos, truculentos y budistas acérrimos, se habla de la generosidad y dejar a los demás que hagan su vida particular, para así tener un poco de cierta intimidad y saber que esa distinguida verdad hace a los que se hacen un poco mejores, un tanto más personitas y sobre todo un verdadero placer como es tener a mi hermanita.

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