Alguien dijo, que el amor es un misterio que importa solo a dos, y al llegar el sol muy dentro la vida embellece los caminos sin color, con aquellas nubes sin rostro, sin olor y con profunda emoción, en las palabras que al morir se pasan, algunas se quedan y las que más si no se plasman en piedras, maderas y encima de aquella tierra de la playa clásicamente desierta, que amanece en tu puerta, en la del corazón inmenso que hace tiempo conocí en un momento, inspirado e implicado, en el amor juzgado y en el cariño a cientos, con transparentes miradas al viento, que entre nosotros pasaba y temblaba, se acercaba y nos daba la indudable esperanza de una vida pintada por las primeras palabras dibujadas, coloreadas y sin dudas y mentiras, convencidas de la intriga, la verdad y la confianza por demás. En la duda del corazón, cuando los pasos se dan sin razón, los actos se hacen a ver que son, y las canciones con todos los temores, se alejan de una amistad perpleja, sorpresa y llegadas a la calleja, de un solo camino, comprensible, por momentos, al final con un tanto de descuento, pero seguros de que cada uno sabe lo que quiere, consigue y retiene como un bello cisne, el paseo de la majestad, el nadar de la perpetuidad y el amor lo natural sin tanto adornar, el árbol que condiciona , la soledad, la rotundidad y lo que conviene como normalidad, buscar siempre la comprensible y siempre amable felicidad.
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