jueves, octubre 16, 2008

EL BOSQUE DE LA VIDA

Como un gran bloque, contiene el bosque, arboles centenarios, cualquier voluntario y sinfines, afines cuaternarios, dentro de un circulo que parece precario, pero que escapa a sus etapas, a la boragine de las tapas, al sosiego de un apego, que se define como estampa, de la propia vida en borrasca a la propia imagen que pasa. Bosque de hierros representando a los estimados muertos, camuflados y rodeados, de tierras adentro, en la penumbra de una sombra donde sus manos tocan, realzan y ensalzan, las victorias personales, los pensamientos puntuales y los carismas, con imagenes intimistas que en su dia dieron vida, a tanto artista, personajes y pericias, que en aquellos momentos, en que piensas en entierros, da un paso hacia el caso, de los distintos cismas, curanderos del futuro y concienzudos con orgullo, para aprovechamiento ajeno, en torno a todo tu cuerpo, existe solo un apego, ser personalmente cuerdo y avisado los instructores, realizar antes de los fervores, reflexiones, condiciones y otras instituciones. Ese bosque solitario, de hierros, columnas y algunos barrios, ese que sirve para mucho y no contiene nada, que esperanzado hace todo en el tallo, cortar sus troncos, partir el tocho y hacer leña, de ese àrbol que cae a plomo y se recupera del todo, en manifestaciones pronto y en paros de todo lo que alli debajo, renace, deshace y llegan sin percance, a decidir un viaje, que al fin se hace, el fin cargaste y en polvo o ceniza, eso está en las prisas, apuestas y te hace.

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