En la concordancia de los sentidos, rebelión a bordo, despiste de lo acontecido y coordinación de un sitio, reconquista de la conquista, para un sentido socialista, para los logros más realistas, para los derechos de muchos idealistas que aprietan el pensamiento con el puño abierto, muy cerca del comprimido suelo, aferrandose a lo pendenciero, para combatir el infierno, que politicas, poemas y palabras luchan entre ellas hasta formar la família primera, la natural, la que organizada en pequeñas estancias, realizan una lucha, larga y con prestancia, sin alocarse en los primeros compases, con sufrimiento y ese suave viento, que despeina los alterados pelos, de unos pensadores paseadores, otros gritadores palabrotes y el resto del grueso campote que hace de la saga familiar todo un refrán, caliente y pendiente, sobrante y rebozante de dulces alucinantes y de requemadas ideas, de ación, bastilla y palabrejas. Los mismos dulces que amargos, acompañan al letargo, de una vida sin vida, de una muerte consciente y el significado de herir la sensibilidad más febril, lo sano por lo humano y el deseo añejo de un solo intento por construir algo viejo, que derrumbado el techo, se hace solo al contexto, de una lucha sin cuartel, de palabras sin pincel y de todas aquellas cosas que reunidas hacen una idea de vida, un rumor tremendo y el dolor del que se implica hasta las orejas, por la réplica y su interna cabeza.
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